Los principios de la medicina china se extraen directamente de la filosofía tradicional taoísta, la escuela del pensamiento más antigua y singular de China.
La principal características del taoísmo es la idea de la interconexión de todo lo que existe en el mundo, lo yin y lo yang. Una conexión en movimiento constante, en un perpetuo fluir, como si de una corriente de agua se tratara. Aquello que no se mueve, tiende a morir y desaparecer en la naturaleza. Y cuando en el cuerpo humano algunos procesos se frenan, ralentizan o se atascan surge la enfermedad.
El segundo concepto taoísta más popular es sin duda el Wu-Wei o el arte de hacer, no haciendo. Parece un trabalenguas pero si se dedican unos minutos la idea que transmite es la de elegir el camino con la menor resistencia, vivir sin forzar. Dejarse llevar por la corriente de la vida, conociendo nuestros límites y nuestros objetivos. De la misma manera que un barco, aunque esté sometido a los vaivenes del mar, es capaz de orientar sus velas para establecer su rumbo.
En este sentido, la visión global que imprime la Tradición oriental sobre la salud y la enfermedad hace posible tratar prácticamente cualquier afección con la acupuntura y la moxibustión. El grado de detalle en el que se entre a trabajar dependerá del caso, del paciente y de los conocimientos que tengamos los terapeutas en la materia.
La medicina china utiliza como principales técnicas de tratamiento la acupuntura, la moxibustión y el masaje Shiatsu, si bien existen otras como la auriculoterapia, el Gi Gong, las ventosas o la fitoterapia que se aplican según la patología del enfermo. Una de las principales características de estos tratamientos, aparte de su efectividad, es que carecen de efectos secundarios ni interaccionan con medicación que pueda tomar el paciente.



